Ella es de madre argentina y padre gallego, nacida en Compostela. Él, del país del tango, al que la anterior se fue hace más de 20 años y donde se conocieron. Ezequiel Merlo, el Cacha, lleva 15 años como bailarín y profesor y Chusa Pérez de Vallejo ha seguido sus pasos. Juntos están insuflando, poco a poco, el veneno de la milonga en Santiago desde la escuela de SanTango, que desde abril ofrece los sábados clases y un baile abierto en el centro de Vitalia. Entre sus alumnos hay un grupo de chicas, de entre 12 y 14 años, que están profesionalizándose, «aunque la mayoría es gente adulta, de 45 para arriba», cuenta Chusa. La pareja cree que los universitarios de la ciudad y las nuevas generaciones en general tienen todo un mundo por descubrir en el tango: «Nos enfocamos más al tango actual, el que bailan también los jóvenes, pero la imagen que hay de este baile asusta a la gente. Es una meta para nosotros romper esta barrera, porque además esta danza conlleva unos valores respecto al otro, al cuerpo y a escuchar que hacen falta entre los muchachos, acostumbrados a otros géneros en los que no se transmite esto». «Lo que funciona muy bien normalmente es la milonga que sigue a las clases. Suele venir gente de Vigo, Pontevedra, Lugo, Ourense… Se acercan de todas las ciudades, porque no las hay en otros sitios», explican.
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